Persona sensible
A veces, las personas sensibles parecen débiles. Se rinden y perdonan con la misma intensidad que aman. Sienten desde lo más profundo de su espíritu.
Derraman lágrimas sin vergüenza, muestran vulnerabilidad y generalmente se culpan a sí mismos por las cosas que sienten en los demás.
A pesar de estar herida, la gente sensible todavía tiene compasión en sus manos, dispuesta a dar a todos los que lo necesitan. Comparten sus conocimientos de las maneras más sencillas; a través de una palabra amable, un toque suave, un oído atento y un amor incondicional que no puede ser igualado.
La persona sensible es capaz de detectar una mentira en minutos. Y, sin embargo, continuarán mostrándote profunda humanidad, empatía, bondad, gracia y devoción. Pueden oler el miedo, saborear el éxito y escuchar las cosas que no se están diciendo.
Una cosa es segura: a la gente sensible no le importa lo que eres o lo que haces, sienten la verdad de quién eres.
Las personas sensibles son intuitivas, perspicaces y creen de todo corazón en sus causas para ayudar a la humanidad.
La verdadera belleza de una persona sensible es que ha soportado obstáculos y desafíos muy intensos y, sin embargo, quiere tender una mano para que otros se transformen y trasciendan de sus propias luchas.
La paradoja de estos seres encantadores es que han experimentado un dolor profundo, pero se niegan a dejar que eso les impida volver a amar. Al final de sus vidas, muchas personas sensibles han vivido plenamente la sabiduría de la tenacidad y la persistencia.
Las personas sensibles son las almas únicas y hermosas que este mundo necesita. Son los artistas, creadores e inventores de nuestra sociedad. Son los originales que se arriesgan, aman sin excusas y cambian el mundo con un acto de bondad a la vez.
El mundo estaría en un caos total si estas bellas almas no estuvieran aquí para equilibrar la balanza de la negatividad con el optimismo.
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